Homejane a Nelson Mandela

El líder y estadista sudafricano se convirtió en el símbolo de la humanidad. Pasó 27 años en prisión, luchó contra el apartheid y logró reconciliar a su nación.

Mandela nació el 18 de julio de 1918 en una aldea en las montañas del Cabo Oriental de Sudáfrica y vivió 27 de sus 95 años en una celda que se convirtió en símbolo de su templanza.

Estadista que alcanzó el reconocimiento mundial y encabezó varias causas humanitarias, se retiró de los reflectores a causa de su avanzada edad y de las enfermedades en 2011.

En los últimos años de vida, Mandela dejó de viajar, pero el mundo se volcó hacia él, líderes sociales, celebridades y mandatarios visitaban a Madiba en su casa en Qunu, el pueblo en el que vivió durante su infancia.

Tuvo varios problemas de salud en los últimos tres años, en los que sufrió una infección respiratoria en 2011, una hernia abdominal en febrero de 2012 y una infección pulmonar en diciembre del mismo año, que lo llevaría al hospital en varias ocasiones en el último año.

«Rodeado por un halo»

«Me impresionó lo alto que era y me di cuenta de que era un hombre muy especial. Un halo lo rodeaba. Es una persona realmente digna y muy admirable», dijo el expresidente sudafricano F.W. de Klerk, a quien otorgaron el premio Nobel de la Paz junto con Mandela en 1993, en entrevista con CNN realizada en 2012.

«En nombre de nuestra familia, llenos de humildad nos encontramos aquí, donde hombres de gran valentía han plantado cara a la injusticia y han rechazado rendirse», dejó escrito Barack Obama en el libro de visitas tras visitar la celda del preso 46664.

«Nunca me llamó sin preguntar por Hillary (Clinton) y Chelsea», dijo el expresidente estadounidense Bill Clinton de sus conversaciones con Mandela. «Vi en él algo que yo jamás he tratado de perder desde ese entonces, que es que sin importar las responsabilidades que tengas, siempre recordaba que era una persona en primer lugar», agregó.

Mandela se convirtió en símbolo de la lucha contra la discriminación racial, aunque rara vez se presentaba en público, era reconocido por su calidez y su carisma. La última vez que lo hizo fue en el Mundial de futbol que se celebró en Sudáfrica en 2010. Su ausencia de la escena pública y sus hospitalizaciones frecuentes dejaron en vilo a la nación, lo que incitó al presidente Jacob Zuma a tranquilizar a los ciudadanos y a rogar a los medios que respetaran su privacidad.

Evitar una guerra

Mandela recibió un gran número de reconocimientos, entre ellos la Medalla del Congreso de Estados Unidos. También recibió varios títulos y ciudadanías honoríficas, y le dieron su nombre a edificios y calles.

A pesar de la violencia crónica que se vivió en los años anteriores a su elección como presidente, Sudáfrica evitó que estallara la guerra civil durante la transición del apartheid a la democracia pluripartidista gracias en gran parte al liderazgo, y la visión de Mandela y De Klerk.

«El mundo esperaba que nos destruyéramos en la guerra civil más sangrienta provocada por los conflictos raciales», dijo Mandela durante una celebración que marcó una década de democracia en Sudáfrica en 2004. «No solo evitamos una conflagración racial, sino que creamos entre nosotros uno de los órdenes democráticos más ejemplares, y progresivamente no raciales y no sexistas del mundo contemporáneo».

Mandela representaba a una nueva raza de líderes libertarios africanos y se distinguió de otros líderes de su época, como Robert Mugabe de Zimbabwe, al comprometerse a servir durante solo un periodo. Hasta 2008, su nombre estaba presente en la lista de terroristas de Estados Unidos por su lucha contra el apartheid.

Inicios humildes

El viaje de Mandela comenzó en la pequeña aldea de Mvezo. Su padre murió cuando tenía nueve años, y se convirtió en pupilo de un jefe tribal, que le dio una educación formal.

Mandela asistió a la escuela en Qunu. Su maestro le dio el nombre de Nelson porque se acostumbraba dar un nombre «cristiano» a todos los niños de la escuela. De joven, conoció a muchas de las personas con quienes emprendería la misión de cambiar Sudáfrica. Asistió brevemente a la Universidad de Fort Hare, pero lo expulsaron por participar en un boicot con Oliver Tambo, con quien más tarde fundó un bufete de abogados.

En los años siguientes, terminó el bachillerato por correspondencia y estudió Derecho en la Universidad de Witwatersrand in Johannesburgo.

En 1941, Mandela conoció a Walter Sisulu, quien le ayudó a seguir con sus estudios y se convirtió en su amigo de toda la vida. Tres años después de que se conocieran, formaron la Liga Juvenil del Congreso Nacional Africano (ANC) con la esperanza de transformar la organización en un movimiento más radical. Estaban inconformes con el Congreso Nacional Africano y con su política de la vieja guardia. Este fue el comienzo del compromiso de Mandela con la lucha contra la segregación en Sudáfrica.

Cada vez más problemas

En 1956, Mandela y muchos otros activistas políticos fueron acusados de alta traición por realizar actos en contra del gobierno. Su juicio duró cinco años y al final lo exculparon.

En marzo de 1960, la policía disparó contra 69 manifestantes negros que no iban armados mientras se manifestaban afuera de una estación de policía en el municipio de Sharpeville. El gobierno sudafricano prohibió el ANC luego de la masacre. Mandela entró a la clandestinidad para formar el brazo armado de la organización.

Cuando volvió a su país, en 1962, fue arrestado, y lo acusaron de abandonar ilegalmente el país y de incitar a huelgas. En 1964, lo sentenciaron a cadena perpetua por sabotaje y conspiración para derrocar al gobierno. Lo enviaron a la isla Robben, en donde pasó 18 de los 27 años que estuvo preso. Describió sus primeros días allí como «duros, con agresiones físicas».

Lucha por la liberación

Su liberación fue el resultado de años de llamados internacionales encabezados por Winnie Mandela, una trabajadora social con quien se casó en 1958, tres meses después de divorciarse de su primera esposa.

Mandela tenía prohibido leer periódicos, pero su esposa fue su enlace con el mundo exterior, cuando el gobierno de la minoría blanca de Sudáfrica estaba cada vez más aislado.

En 1988, a los 70 años, sufrió tuberculosis, una enfermedad cuyos efectos lo acosaron hasta el día de su muerte. En un acontecimiento sin precedentes, se reunió con el presidente de Sudáfrica, P.W. Botha. El cambio estaba a la vista; el sucesor de Botha, F.W. de Klerk, asumió el poder y se comprometió a negociar el fin del apartheid.

Libre al fin

En 1990, Mandela quedó «libre, firme y orgulloso». Sus primeras palabras sirvieron para reafirmar a sus simpatizantes del ANC que su liberación no era parte de un trato con el gobierno.

Mandela y De Klerk entablaron unas negociaciones que duraron más de tres años y resultaron en un acuerdo para compartir temporalmente el poder en los meses que antecedieron a la primera elección multirracial que se celebró en 1994.

Dejó de ser un preso político y se convirtió en un estadista que viajó por todo el mundo cabildeando para que se mantuvieran las sanciones y las presiones para terminar con el apartheid. En 1994, fue nombrado presidente de Sudáfrica en las primeras elecciones multirraciales del país.

Un Mundial simbólico

Mandela simbolizó la lucha por la reconciliación en la Final de la Copa Mundial de rugby que se jugó en Johannesburgo, en donde Sudáfrica se enfrentó con el favorito, Nueva Zelandia.

Gran parte de la población negra de Sudáfrica rechazaba el rugby, ya que era el deporte predominante entre los afrikáners. El hábil uso que Mandela hizo del equipo nacional en una Copa Mundial para sanar a Sudáfrica se refleja en la cinta de 2009 Invictus, del director, Clint Eastwood y protagonizada por Morgan Freeman, como Mandela, y Matt Damon, como Francois Pienaar, el capitán del equipo sudafricano de rugby.

Durante su presidencia, Mandela estableció la Comisión de la Verdad y la Reconciliación para investigar las violaciones a los derechos humanos durante el apartheid. También presentó iniciativas de desarrollo de vivienda, educación y economía, diseñadas para mejorar los estándares de vida de la mayoría negra del país.

En 1996, supervisó la promulgación de una nueva Constitución democrática. Al año siguiente, renunció a su cargo como líder del ANC y en 1999 no buscó la reelección como presidente de Sudáfrica.

Se divorció de Winnie Mandela en 1996, varios años después de haberse separado. Cinco años antes de separarse, Winnie Mandela fue condenada por secuestro y por ser cómplice de un ataque en relación con la muerte de un activista adolescente. Durante una apelación, redujeron su condena a seis años de prisión por una multa. Sin embargo, en 2003, la sentenciaron a cinco años de prisión por fraude y robo.

Casado con una ex primera dama

En su cumpleaños número 80, en 1998, Mandela se casó con Graca Machel, viuda del expresidente de Mozambique, Samora Machel. Luego de dejar la presidencia, se retiró de la actividad política, pero permaneció en la escena pública y defendía causas como los derechos humanos, la paz mundial y la lucha contra el sida.

Su decisión surgió de la tragedia: el único hijo que sobrevivió, Makgatho Mandela, murió de sida a los 55 años, en 2005. Otro de sus hijos, Madiba Thembekile, murió en un accidente automovilístico en 1969.

Dedicó los festejos de su 90 aniversario, que se celebraron en Hyde Park, a la concientización sobre el Sida: la campaña de prevención se llamó 46664, su número de prisionero en la isla Robben.

«Me gustaría que me recordaran no como alguien singular o especial, sino como parte de un gran equipo que ha luchado por muchos años, por muchas décadas e incluso siglos en este país», dijo. «La mayor gloria de vivir yace no en nunca caer, sino en levantarte cada vez que caigas».

Tras su partida, los sudafricanos tienen la misión de dar vida a su promesa y a su ideal.