Los Pumas en la historia ante los Springboks

Nicanor González del Solar analiza la derrota de Los Pumas ante Sudáfrica y lo que viene en la gira por Oceanía. Los que siguen la historia de nuestro seleccionado nacional recuerdan la única victoria de 15 argentinos ante los Springboks. Si bien no se llamaban «Los Pumas», eran sólo jugadores de nuestra patria, quienes, en 1982, consiguieron esa hazaña, nunca repetida hasta ahora.

En ese test-match, disputado en la ciudad de Bloemfontein, brilló como nunca Hugo Porta, quien marcó todos los puntos. Ese «Sudamérica XV» (el nombre del equipo de 15 muchachos que pertenecían a la UAR) sorprendió al mundo pues nadie creía que eran capaces de batir a los poderosísimos sudafricanos.

Sobre todo, después de lo que había sucedido una semana antes, en Johannesburg, sede del primer choque entre Springboks y «South American XV». Fuimos muy pocos los testigos de ese duro encuentro que fue parejo hasta los últimos 15 minutos. Hasta ese momento, el resultado parcial era 20-18, favorable a los dueños de casa, quienes habían encontrado una oposición tremenda.

Pero, para mi amargura, los argentinos se quedaron sin fuerzas. Cedieron en todas las alternativas y -créase o no- los Springboks apabullaron a sus rivales y los doblegaron hasta el final. ¿Cómo finalizó el test match? 50-18. Sí, los locales marcaron 30 puntos en la última parte del partido.

Yo titulé mi comentario de ese primer duelo de 1982 «Perdieron por No contest». Usé una expresión del boxeo, que describe al púgil que permanece de pie pero está groggy, cuya traducción del inglés es «atontado», «mareado», «tambaleante». Los Pumas sudamericanos, en ese desenlace, reflejaban esas expresiones porque luchaban pero sin ninguna fuerza. Sufrían un «knockout» parados, cansados, sin vigor para combatir.

Recordé ese test match inicial de 1982, durante el enfrentamiento de los Pumas contra los Springboks en Salta en 2014. Allá, en la provincia hermosa, nuestros compatriotas hicieron todo bien: quebraron varias veces el ingoal visitante, atacaron, dominaron las formaciones fijas con garra y determinación. Alcanzaron una ventaja apreciable, después de los tries de Cubelli y de Tuculet, más un penal de Sánchez. Sin embargo, perdieron 33-31. ¿Por qué?

Porque, como había pasado 32 años atrás, se cansaron. Esta es la explicación más lógica ya que, si bien nunca estuvieron «No Contest», sí cedieron la iniciativa los últimos 20 minutos, bien aprovechados por los sudafricanos, quienes se quedaron con un premio no merecido, de acuerdo con lo que había pasado en la cancha Padre Ernesto Martearena de la capital salteña.

Hasta ahora, Los Pumas no han conseguido victorias en el Rugby Championship. Salvo un empate contra los sudafricanos, sólo sumaron derrotas. Nuevamente ¿Por qué? Porque se cansan. Analicemos un poco esta afirmación.

Nuestro equipo nacional enfrenta a tres campeones mundiales, representantes de grupos étnicos exuberantes. Los sudafricanos son enormes, descendientes de los boers y de nativos como los Zulús, quienes fueron capaces de vencer a un regimiento inglés, en los tiempos del legendario cacique Shaka.

Los neocelandeses, ya se sabe, mezclaron a los maoríes, guerreros de singular fortaleza, con descendientes de europeos, amantes de toda actividad atlética, más el acople de vecinos, atraídos por la solidez económica de los «kiwis».

Aun cuando las razas nos son semejantes en Australia, sí formaron deportistas que provenían de emigrantes del Viejo Mundo, mezclados con aborígenes y de familias llegadas de Fiji, Samoa, Tonga; todos isleños de poderosas contexturas físicas.

Contra ellos luchan nuestros Pumas desde hace tres años. Los enfrentan de igual a igual hasta que, en la parte final de los tests, irrumpen los errores, aflojan los tackles, se pierde el control de la pelota y no les queda aliento para atacar.

Los Pumas han puesto lo mejor de sí en la primera parte del certamen, en las ediciones precedentes. Se presentaron en óptimas condiciones ante los sudafricanos y los australianos, cuando fueron visitantes en las dos temporadas anteriores. No incluyo a los neocelandeses porque, simplemente, son los mejores del mundo. (lo confirmaron en la Bledisloe Cup 2014, cuando batieron a los Wallabies con 50 puntos en su haber).

Contrariamente a lo que podía esperarse, en 2012 y 2013 los argentinos jugaron mejor ante australianos y neocelandeses fuera de nuestra patria. En cambio, mostraron debilidades cuando locales ante esos prestigiosos oponentes. ¿Por qué? Porque estaban cansados, luego de cuatro extenuantes choques ante All Blacks y Wallabies, allá, en Las Antípodas.

Conozco el entusiasmo y la dedicación que vuelcan todos los miembros de nuestro seleccionado. Se preparan con esmero en Pensacola y dejan hasta su último aliento en cada práctica, sea en la Argentina, en Africa del Sur, Nueva Zelandia o Australia. Pero, aunque nadie lo desea, poco a poco pierden consistencia, exuberancia atlética, concentración.

¿Se pueden solucionar estas desventajas? Sí, aunque costará varios años, ya que no contamos con la materia prima humana, propia de los rivales del Rugby Championship. Por lo pronto, aplaudo que el plantel dirigido por Daniel Hourcade viajó a Nueva Zelanda con mucha anticipación. Cruzaron el mundo con una ilusión: vencer a los campeones mundiales. ¿Será posible? La historia de los hombres registra muchas hazañas que parecían utopías…